La adolescencia es bien conocida como una etapa de ruptura y de búsqueda. Ruptura con la etapa infantil donde lxs adolescentes se separan de su entorno de seguridad para buscar su propia identidad.

En estos momentos, al parecer, la familia deja de ser de forma explícita el entorno de referencia principal. Ahora, el grupo de iguales empieza a tomar relieve. Y decimos «al parecer», porque los adolescentes en la autoexploración de su Yo siguen mirando, aunque desde la distancia, a sus referentes (su familia) para que les establezcan los límites y les ofrezcan su presencia desde el amor y el cuidado.

Acostumbran a ser momentos frágiles, en los que el acompañamiento emocional es importante. Lxs adolescentes necesitan ser escuchados, comprender su malestar, validar el porqué y el cómo de sus acciones, aunque a menudo transgredan los límites que se restablecen desde la mirada adulta. Y sí, la transgresión es sana y necesaria, siempre desde el prisma de la comprensión y la presencia y, sobre todo, desde la estructura de seguridad.

Desde Damara acompañamos a las personas que transitan por sus adolescencias y, a la vez, a sus familias en un proceso que sostiene ese momento vital desde la necesidad de reencontrar la mirada amorosa, entre ellxs y la familia.

Acompañamos a las personas adolescentes en ese camino de redescubrimiento para que durante el mismo puedan experimentarse desde la vivencia de ser una persona única, valiosa en su proceso y, sobre todo, irrepetible.