Observar el juego de los niñes es una de las tareas más importantes que podemos hacer los adultes para saber cómo están los más pequeñes tanto a nivel emocional como de madurez. El juego es proyección y los niñes nos muestran a través de él todo aquello que les sucede. Por eso es importante que podamos tener ratos para observar su juego libre.
Si el niñe no tiene ratos de juego autónomo o si el juego que tiene no se corresponde con la etapa o momento evolutivo en el que se encuentra, podemos darnos cuenta de que es posible que le falten por integrar aspectos de etapas anteriores o que en aquella etapa algunas necesidades básicas no se cubrieron y, por eso, el niñe se encuentra en etapas previas en determinados aspectos de su crecimiento.
El juego libre, como vimos en un artículo anterior, no solo estimula la creatividad y la capacidad de abstracción del niñe, sino que también se convierte en un espacio terapéutico en el que expresar y desarrollar su mundo emocional. Por eso es tan importante observar su juego.
Existen, sin embargo, diferentes etapas en el juego. Son fáciles de identificar, pero queremos compartirlas con vosotres para que vuestra observación sea lo más completa posible.
Etapa pre simbólica
Empezamos por la etapa presimbólica, que es aquella en la que los niñes exploran y experimentan. Los objetos aun no representan cosas. En esta etapa se juega más con el cuerpo y materiales del entorno –piedras, palos, arena-. El niñe prueba, integra nuevas sensaciones y refina sus sentidos.
Algunos de los juegos más habituales en esta etapa son:
- Jugar a destruir
- Juegos de placer sensomotor.
- Juegos de envolturas
- Jugar a esconderse
- Jugar a ser perseguide
- Jugar a llenar y vaciar, a unir y separar.
Etapa simbólica
La etapa simbólica empieza hacia los dos años, aproximadamente. Les más pequeñes comienzan a modificar sus pautas de juego y predominan las imitaciones de situaciones reales.
A través de estos juegos, les niñes representan de manera simbólica los roles y las situaciones del mundo que les rodea. Juegan a hacer como si… comieran, fueran padres o doctores de sus muñecos y muñecas, etc.
Durante la etapa simbólica amplían su lenguaje, aprenden a desarrollar la empatía y consolidan las representaciones mentales. A un nivel más terapéutico, en esta fase también aprenden a solucionar conflictos y a canalizar sus preocupaciones.
El juego simbólico se divide en dos etapas diferenciadas. En una primera, que suele ser entre los 2-3 años, el niñe reproduce mayoritariamente la vida cotidiana de les adultes y de los cuentos que conoce. En esta fase aun es muy egocéntrique y prefiere jugar a solas o con la familia.
A medida que el niñe consolida el lenguaje y desarrolla su imaginación, los escenarios y las recreaciones se amplían hasta llegar a incluir a otras personas. El juego se convierte entonces en una actividad compartida con sus iguales.
El juego evoluciona y se convierte en algo más complejo y grupal, convirtióndose en un proceso de socialización que suele producirse alrededor de los 4-5 anys, aproximadamente. Momentos en el que les más pequeñes disponen de herramientas psicológicas para compartir el simbolismo del juego.
Aun así, como hemos dicho antes, no existen maneras correctas de jugar ni tampoco pautas estrictas de edades en las que se tengan que producir los cambios de etapa. Estos cambios o evoluciones, como siempre nos gusta remarcar, dependen mucho de cada niñe. Si queréis saber más sobre el juego libre y sus etapas, os invitamos a visitar el webdoc en el que hemos trabajado durante los últimos meses. Lo encontraréis en la página web siguiendolainfancia.org.