Hace unas semanas hablábamos de la importancia de cuidar a la madre durante el embarazo porque es en esos momentos cuando se planta la semilla de la salud mental y emocional de les más pequeñes. Y hoy queremos incidir en la importancia de todo cuanto acontece en los primeros años de vida de les niñes.

Y es que todas las experiencias que viven les bebés en la primera etapa de su vida quedan registradas en una memoria que se conoce como no consciente o implícita. Durante el embarazo, el feto ya tiene los sentidos activos y ya siente, huele, saborea y escucha. Cuando nace ya tiene un vínculo con la madre. Ella es su único espacio de seguridad. Si le niñe sufre una separación abrupta de la madre, si no es colocado inmediatamente sobre ella o, por alguna dificultad, es llevado a la incubadora, el sufrimiento de esta primera separación queda registrada en esta memoria implícita o no consciente.

Construyendo buenos vínculos

Construir buenos vínculos en esta primera etapa de la vida es muy importante. Por eso, es necesario que les adultes empecemos a valorar todas las experiencias que viven les bebés. A veces, puede parecernos que estas primeras experiencias no dejan huella en le niñe, pero no es así.

Todas las experiencias dejan huella, especialmente en las que no hay respeto por las necesidades de les más pequeñes. También debemos saber y ser conscientes de que les niñes no vivirán en un mundo de color de rosa y que, por tanto, las experiencias con dolor y dificultad forman parte de la vida. De manera que hay que tener muy presente que une niñe sometido desde muy pequeñe a situaciones adversas tendrá una marca en la personalidad y un cierre hacia la vida. La evolución de un niñe se da en etapas sucesivas y esta, la que ve de los 0 a los 6 años, resulta la más sensible de todas porque es cuando se construyen los pilares de la estructura psicológica de le niñe. La escritora y terapeuta Evânia Reichert la define como la etapa de los ‘años sagrados de la infancia’.

Necesidades de une niñe en sus años ‘sagrados’

Necesidades básicas a parte – alimentación, higiene…-, la primera y principal necesidad de une niñe es la disponibilidad afectiva de la persona gestante o cuidadora. Si le niñe se siente mirado, acogido, atendido y con disponibilidad física, su desarrollo irá hacia delante. Cuando esto no sucede y le niñe llora porque no está atendide por une adulte – por ejemplo, cuando necesita ser cambiado-, su sistema nervioso se verá alterado ya que por elle misme no puede hacerlo. Y es que no debemos olvidar que les bebés no pueden regularse soles. Lo irán haciendo poco a poco, pero la manera variará en función de si ha habido alguna persona adulta suficientemente empática para atenderle.

Por eso, desde Damara defendemos que el alimento más nutritivo que podemos darles en esta primera etapa es una presencia y disponibilidad constante, una proximidad emocional y empática para poder atender todas sus necesidades, y la máxima cantidad de amor y contacto que podamos ofrecerle.