Son muchas las preguntas que recibimos en el centro cuando hablamos de terapia infantil y de juego con las familias. Todavía existen ciertos tabús alrededor de estos procesos y emociones como el miedo, la vergüenza o la culpa aparecen en madres y padres cuando empiezan a plantearse si necesitan la ayuda de une profesional… ¡y no pasa nada!

Estas emociones son habituales y en Damara queremos intentar resolver cualquier duda relacionada con la infancia y la crianza. Creemos que es cosa de todes normalizar que une niñe vaya a terapia si eso le permite mejorar su bienestar emocional y desarrollo. Por eso, hoy queremos responder dos de las cuestiones más comunes: cuándo y porqué ir a terapia de juego.

Empezamos por el CUÁNDO

Nos gusta remarcar que no existen dos niñes iguales y que, por tanto, las circunstancias y el contexto influyen en la problemática de cada niñe. No obstante, sí que existen ciertos indicadores que pueden ayudarnos a determinar o identificar si un niñe pasa por un momento o una etapa difícil y puede necesitar de un proceso de terapia.

Los indicadores son:

  • A menudo expresa una rabia, tristeza o miedo desproporcionado hasta el punto que le afecta en su día a día.
  • Vive casi todas las experiencias desde un tono emocional similar – tristeza, enfado, frustración…-. Vive, como decimos en terapia, desde una fijación emocional.
  • Sufre cambios de humor bruscos.
  • Se encuentra en un estado de frustración muy elevado.
  • Muestra agresividad desproporcionada hacia otres niñes o adultes.
  • Vive con ansiedad y, por ejemplo, se muerde constantemente las uñas o la ropa.
  • Está viviendo una separación o divorcio.
  • Tienes problemas en la escuela.
  • Ha sufrido vivencias o experiencias que han podido afectarle emocionalmente como pueden ser la muerte de un ser querido, un accidente, una intervención quirúrgica…
  • Ha vivido un proceso de adopción en el que la integración familiar y escolar no es fácil.

Las emociones desproporcionadas o persistentes, el nerviosismo, la agresividad y los problemas de interacción con otres suelen ser avisos de que puede existir una emoción o experiencia que está siendo complicada de gestionar para une niñe. La terapia del juego no directiva, como vimos en este artículo, puede ayudar a desbloquear lo que esté afectando al bienestar y desarrollo de nuestro hije.

Los beneficios del juego libre y del acompañamiento de la terapeuta –y del vínculo que surge entre elles- son muchos y responden al por qué del proceso, segunda pregunta que hoy nos plateamos en este artículo.

Empezamos por los beneficios de la terapia de juego en niñes:
  • Proporciona más equilibrio emocional al niñe.
  • Empodera al niñe y le da más confianza y seguridad.
  • Promueve el autoconocimiento y la autorregulación emocional.
  • Trabaja el reconocimiento de su propia aprobación – referencia interna- y desarrolla más auto sostenibilidad.
  • Más harmonía en casa y en la escuela (si existe un trabajo e implicación de todas las partes).

Los beneficios de la terapia infantil y, en este caso de la terapia del juego, no solo son para les niñes. Les adultes también ganan con los procesos de acompañamiento al niñe.

Un proceso de terapia permite a madres y padres:
  • Saber cómo acompañar al niñe en su día a día, de manera tranquila, paciente y respetuosa.
  • Disponer de más recursos para tener una mejor relación con el niñe y conseguir que sienta confianza en la vida y en las relaciones.
  • Reducir la tensión y presión familiar.
  • Encontrar el equilibrio entre los límites y la libertad.
  • Aprender a respetar y acompañar amorosamente al niñe tal como es.
  • Conocer las etapas de desarrollo del niñe y las necesidades básicas que derivan de cada una de ellas.

Para acabar, queremos recordar que un proceso de terapia infantil no debe ser un motivo de culpa o vergüenza. No debería. En la vida, todos –niñes, adolescentes y adultes-, podemos necesitar ayuda para gestionar emociones o situaciones que afectan a nuestro bienestar emocional y que pueden interferir en nuestro crecimiento o en nuestra evolución personal. También los más pequeñes, sin que eso signifique que como madres y padres hayamos hecho algo mal.