Vivimos en tiempos de aceleración y productividad constante. Cada vez tenemos que hacer más cosas y ser mejor tanto en el ámbito profesional como familiar, personal o de ocio. Una (auto)exigencia que resulta imposible y agotadora. Y es que, como dice el filósofo Byung Chul Han, vivimos en la sociedad del cansancio.

Tanto es así que llega un momento en el que no tenemos más remedio que parar, respirar y preguntarnos qué estamos haciendo y, sobre todo, si lo que estamos haciendo es lo que queremos. Y además, hacerlo sin sentirnos culpables por ello.

¡Un auténtico reto!

Un reto que también tenemos que afrontar como madres y padres. Aprender a cuidarnos sin este sentimiento de culpa resulta una de las tareas más importante, pero a la vez olvidades cuando tenemos hijes.

Como madres y padres necesitamos cuidar de nosotres mismes para mantener un estado de salud óptimo -físico y mental-, que nos permita atender y cuidar de les más pequeñes. Cuidarnos es fundamental para ofrecer una crianza respetuosa y de calidad. Asumir cargas excesivas, no descansar lo suficiente o no disfrutar de espacio y tiempo propio para nosotres puede afectar nuestra manera de relacionarnos y acompañar a les niñes.

Aprender a cuidarse, no obstante, va mucho más allá de una alimentación saludable, hacer ejercicio o descansar. Cuidarse para cuidar es un proceso mucho más profundo y en el que a estas variables más físicas hay que añadir otras, que no siempre resultan fáciles. Por eso, en este artículo queremos destacar algunas de ellas, especialmente ahora que se acercan las vacaciones escolares y las rutinas y procesos pueden verse alterados.

Cuidarse es… respetarnos y establecer límites

Solo si nos respetamos a nosotres mismes y sabemos reconocer y establecer límites personales podremos mostrar a nuestres hijes el camino hacia el respeto personal. Aunque a veces no lo parezca, los más pequeñes se dan cuenta de manera inconsciente cuando una madre o un padre no practica el autocuidado.

Por eso, resulta tan importante cuidarnos y tener en cuenta cómo nos sentimos, cómo estamos y cómo nos afecta la crianza y el acompañamiento a nuestres hijes. También cómo reaccionamos ante ciertas cosas.

No hay nada malo en asumir que hay cosas que nos superan y ser honestes con nosotres mismes para poder trabajar la frustración o cualquier otra emoción que se nos despierte durante la crianza.

Si solo damos sin atender a cómo estamos, si nos juzgamos cuando no podemos más o nos enfadamos o si queremos hacerlo siempre mejor estamos educando a nuestres hijes en el juicio y la exigencia, así como en la desconexión personal respecto a la necesidad del otre. No hay que olvidar que existe una sutil diferencia entre entregarnos y desbordarnos.

Cuidarse es… rebajar nuestras expectativas

Y dejar atrás las ideas que teníamos sobre la maternidad o paternidad. También sobre cómo imaginábamos que seríamos nosotros en un proceso así.

El autocuidado implica asumir que somos humanos y tenemos limitaciones. Necesitamos aceptar que hay cosas que no podremos hacer pese a desearlo ya que las circunstancias de la vida resultan imprevisibles e imposibles de controlar. Podemos pensar, por ejemplo, que tendremos un parto natural, pero resulta ser una opción arriesgada llegada el momento o querer una lactancia prolongada que lo es menos de lo planificado. Para cuidarnos es imprescindible asumir que las cosas no siempre suceden como pensábamos y, por eso, el respeto personal implica rebajar esas expectativas. Anhelar una crianza de manual puede desnaturalizar el acompañamiento a nuestres hijes.

Cuidarse es… cultivar la relación de pareja

Si vivimos la maternidad o paternidad en pareja, un buen equilibrio entre sus miembros permite un mejor reparto de la crianza y resulta fundamental para evitar sobrecargarnos en este período.

Cuidar de la pareja es también cuidarnos a nosotres mismes y a nuestres hijes. Por eso, es importante ser conscientes de las situaciones que pueden generar conflicto y hacer trabajo personal para conseguir unas relaciones más saludables. Hacer tándem en la crianza es fundamental para descargar y curar. La sexualidad, además, nos permite descargar tensiones que se acumulan en el día a día y que pueden acabar recayendo en les niñes.

Cuidarse es… mantener un espacio y tiempo propios

Cuando nos convertimos en mapadres resulta muy difícil no identificarse en todo momento con nuestro rol de madre o padre. Cuidarnos pasa por saber generar espacios y momentos de desconexión de ese rol y al margen de la crianza porque, aunque se nos olvide, seguimos siendo personas más allá de nuestres hijes.

La culpa, de nuevo, surge en estas situaciones y resulta todo un reto cuando intentamos ‘reservar’ tiempo para ver a nuestres amigues, ir al cine o al gimnasio, por ejemplo. Incluso puede surgir cuando buscamos tiempo para trabajar o para leer un libro. Estos momentos, que pueden parecer poco importantes, resultan vitales para poder cuidarnos, recargar energía y acompañar a nuestres hijes de la mejor manera posible.

En Damara somos conscientes de que no resulta fácil cuidarse en estos momentos de nuestras vidas. Por eso, trabajamos también el acompañamiento familiar y defendemos desde este espacio la importancia de esos pequeños gestos que nos permitan desconectar y disfrutarnos.

Como ya hemos remarcado antes, el autocuidado empieza en el respeto a une misme.