Actualmente acompañamos a muches niñes – y a sus familias- con una necesidad constante de dominar. Dominar a sus mapadres, a les otres niñes y las situaciones. Durante mucho tiempo, a estos niñes se les ha mal llamado de muchas maneras, aunque las más habituales y conocidas tal vez sean las de niñes tiranes o con el síndrome del emperador.

Personalmente, y tras años de experiencia y acompañamientos, me llama la atención no ya su conducta, sino el malestar interno que padecen. Por eso, y porque hemos programado una formación online sobre este tema, dedicamos el artículo de este mes a estos niñes.

Comenzamos reconociendo que estos niñes nos suscitan muchas preguntas. Por ejemplo, ¿qué lleva a les niñes a tener esta necesidad de dominación constante? Si nos seguís desde hace tiempo, sabréis que en Damara no nos gustan las respuestas únicas ni las recetas mágicas. En cualquier conflicto son siempre varios los factores que afectan e intervienen en la situación, pero sí es posible detectar algunas causas a base de observar e investigar. Y en el caso de les niñes dominantes, algunas de las características más habituales y generales que observamos son:

  • Rechazo persistente a adaptarse a las situaciones y demandas externas.
  • Ejercicio del poder sobre otras personas.
  • Sentimiento exaltado del valor propio.
  • Inquietud interna y constante ante la necesidad de controlar las situaciones.
  • Reacción irritada ante retos y baja tolerancia a la frustración.
  • Dificultad para perder y reacciones extremas ante los fracasos.
  • Falta de espontaneidad y adaptación.
  • Malestar emocional permanente.
  • Dificultades para sentirse seguro, contenido y relajada ante un adulte.
¿Por qué mi hije es dominante?

Muchas familias que forman parte de Damara nos preguntan el origen de esta necesidade de dominar. De nuevo, no existe una única causa y cada niñe es diferente, pero sí que detectamos que a menudo estos niñes se quedan atrapades en un estado evolutivo llamado ‘fase de obstinación’, que se desarrolla en el proceso de diferenciación de la madre o del vínculo primario.

Esta fase de obstinación se da como expresión de la necesidad de diferenciación y suele ir acompañada de la necesidad de ‘salir al mundo’ y comunicarse con él a través del caminar, del lenguaje y del control de esfínteres. Todo indica que les niñes con necesidad de dominar no consiguen encontrar esta libertad y autonomía que tanto necesitan en esta etapa. La lucha constante con el adulte demuestra que el proceso de individuación aun no está del todo elaborado, especialmente si se da en niñes de más de 6 años.

Quedarse atrapades en esta etapa significa que no son capaces de desarrollar aspectos que se dan en etapas posteriores como entender que las necesidades de los otres también existen. Se estancan en una etapa egocéntrica y, en este sentido, es como si le niñe percibiera, dentro de su egocentrismo natural, que tiene más fuerza que el adulte y puede dirigirle.

Evidentemente, se trata de una fantasía que a veces les adultes podemos reforzar sin querer si nos adaptamos en exceso a sus demandas y no ayudamos a que aprenda a diferenciar entre lo que son necesidades y deseos. Por ejemplo: niñes que solo quieren cenar un tipo de comida; niñes que quieres que las cosas se hagan en el orden que piden; niñes que exigen que las cosas sean como elles quieren…

Otro motivo que puede contribuir a esta fantasía es el hecho que les niñes no hayan percibido a un adulte segure, clare y que sostenga. Si eso sucede, le niñe puede sentir un miedo permanente por lo que la necesidad de control sustituirá la sensación de seguridad y protección que no siente. El control, por tanto, puede ser una necesidad sustitutiva. Y es que le niñe que lo quiere todo, se pierde la vivencia del amor ya que esta se da de la relación equilibrada entre dar y recibir.

¿Cómo podemos acompañar a estes niñes?

Lo más importante y principal es que puedan dejar el control gracias a sentirse segures y contenides. Algo que solo se da ante un adulte que valida su lugar y saber lo que es bueno y no para le niñe.

Es necesario acompañar a le niñe en la adquisición de habilidades tan importantes como saber esperar y adaptarse, poder sostener las dificultes y sentirse acompañade en el miedo. Nunca tendrán libertad si dependen del poder para sentirse segures.

Un aspecto importante en este acompañamiento es el de no evitar la reacción del niñe. A menudo, como adultes, nos hiperadaptamos a les niñes para evitar una reacción desmedida y descontrolada. Esta evitación del conflicto a través de una adaptación a las peticiones y deseos del niñe solo hará que dificultar la relación. Un niñe dominante necesita encontrarse con un adulte que no tenga miedo de sus reacciones y que sepa cuáles son sus necesidades para establecer límites coherentes.

En este sentido, es igual de importante que el adulte no se enganche emocionalmente a las reacciones del niñe o que no sepa medirse. Si ante un límite nos ponemos rígides y autoritaries solo haremos que aumentar el malestar del niñe. El adulte debe ocupar su lugar y posición: poner límites necesarios y aceptar la reacción del niñe sin entrar en una lucha de poder.

Ni la hiperadaptación a las demandas infantiles ni la rigidez y autoritarismo ayudan a estes niñes a sentirse segures para que puedan desplegarse emocionalmente. Ambas conductas pueden provocar y provocan una cerrazón en elles y una tendencia hacia el control para sentirse segures.

Desde Damara somos conscientes que no resulta fácil acompañar a estes niñes dominantes. Por eso, ofrecemos a las familias un acompañamiento para transitar por estas situaciones y aprenden cómo podemos ayudar a les niñes a lidiar con la frustración, el miedo y la inseguridad.

Para acabar, y a modo de resumen, queremos recordar cómo podemos ayudar desde ahora mismo a une niñe con tendencia dominante:

  • No adaptarnos a sus exigencias y validar los límites sin rigidez ni autoritarismo.
  • Acompañarles ante la frustración y sostenerles en estas situaciones.
  • No caer en sus provocaciones.
  • Das espacios de presencia y calidad.
  • Tener momentos de diversión y distensión compartida.
  • Entender que el dominio es una defensa ante la sensación de inseguridad.
  • Contener emocional y físicamente cuando sea necesario. Le niñe debe sentir que le adulte le protege del mundo de sí mismo.
  • Cuando se desregulan, ser la persona que les ayuda a regularse emocionalmente.
  • Entender que detrás de las conductas a menudo hay un dolor no expresado que se transforma en rabia.